miércoles, 24 de septiembre de 2008

Los asesinatos en la escuela si tienen un motivo, pero no queremos verlo

El martes 22 de septiembre nueve personas murieron y un número indeterminado resultaron heridas cuando un hombre armado abrió fuego dentro de una escuela en Finlandia. El ataque se produjo en la población rural de Kauhajoki, situada a 330 kilómetros al norte de Helsinki. Según la policía el agresor era un estudiante de 22 años quien se suicidó luego del ataque. Un corresponsal de la cadena BBC en Finlandia dijo que el hombre llevaba un arma automática y tenía puesto un pasamontañas.

Hace menos de un año, en hechos similares, un estudiante mató a ocho personas en una escuela de Tuusula en Finlandia, el cual es uno de los países con mayor número de propietarios de armas de fuego en el mundo, pero que curiosamente se precia de tener índices de violencia muy bajos. Por esto muchos colegios del país no tienen vallas que limiten la entrada, especialmente en poblaciones pequeñas.

En los últimos cinco años aumentaron un 50% el número de asesinatos y homicidios en escuelas en todo el mundo provocadas por estudiantes. Los medios de comunicación y la opinión pública han cometido el error de satanizar a estas personas que han cometido estos hechos y no han analizado a fondo estos hechos.

Para jugar como el abogado del diablo en estos casos me remito a un episodio de la serie de televisión norteamericana, One Tree Hill, titulado, "Who Will Survive, and What Will Be Left of Them", el cual trataba sobre un chico que cansado de las burlas de sus compañeros y de la completa soledad en la que vivía en su escuela decidió un día llevar un arma con el único fin de no dejarse molestar más por ellos.

En el primer acto de burlas, el joven llamado Jimmy Edwards, disparó sin pensarlo contra sus agresores verbales. Aunque no lo mata, si convierte a la escuela en un total caos, al ver que los hechos han superado lo que él ha pensado y al sentirse sin salida, pues hirió a una estudiante y secuestro en la misma escuela a cinco más, se quita la vida.

Al igual que la masacre de Columbine en 1998, retratada de manera excelente en la película Elephant de Gus Van Sant, la mayoría de estos casos se da por las constantes burlas de los compañeros de clase. No hay que meter al diablo en esto como se hace en la mayoría de los casos, o justificarlos echándole la culpa a la música heavy metal, a algunos autores como Edgar Allan Poe o a la televisión.

Las causas de estos hechos van más allá e irónicamente están enfrente de nosotros. Las burlas por el peso, por usar anteojos, por la estatura y hasta por el modo de pensar, los gustos musicales y sexuales son los detonantes para que muchos de estos homicidios ocurran. En Colombia no falta mucho para que una masacre ocurra en un colegio, estrato alto, bajo, medio, eso no importa.

jueves, 11 de septiembre de 2008

El Fabulador colombiano

En mayo de 1998 la opinión pública estadounidense se sorprendió cuando se hizo público el caso que el joven periodista estadounidense Stephen Glass, escritor de la aclamada revista The New Republic, falsificó e inventó la mayoría de sus artículos periodísticos, los cuales gozaban de gran aceptación pues eran tan fantásticas y emocionantes que parecían ficción. La historia con que se comprobó sus múltiples mentiras se titulaba "Hack Heaven" (Paraíso de Hackers) y trataba de un hacker de 15 años que había sido contratado por una gran compañía para trabajar como consultor de seguridad después de haber entrado en su sistema informático.

Después de la publicación del artículo, el reportero Adam Penenberg de Forbes dudó sobre la veracidad de los hechos por lo que, con otros grupos de periodistas, realizo múltiples investigaciones sobre el hecho. Después de meses de investigación se descubrió que tanto la empresa Jukt Micronics, que supuestamente había contratado al joven hacker, al igual que los otros personajes que aparecían en la historia no existían. Cuando Penenberg y Forbes hicieron frente a The New Republic con estos datos, Glass alegó que había sido engañado.

Luego de recibir el informe de Penenberg, el director de New Republic, Charles Lane, comenzó sus propias investigaciones en las cuales descubrió que en el Hotel Hyatt en Bethesda, Maryland donde supuestamente el hacker se había reunido con los ejecutivos de Jukt Micronics, al igual que la sala de conferencias donde tuvo lugar la convención de hackers estaba cerrada el día en que Glass decía que el encuentro de hackers había tenido lugar. Una investigación interna concluyó que Glass también había creado un sitio web y una dirección de correo electrónico para la inexistente compañía.

Joe Galli del Comité Nacional Republicano y Davide Keene de la Unión Conservadora Americana, habían escrito ya en 1997 cartas a The New Republic acusando a Glass de inventar y tergiversar hechos, esta carta se refería especialmente al artículo "Spring Breakdown", una historia que describía borracheras, uso de drogas e inmoralidades sexuales en la Conferencia de Acción Política Conservadora. Las mismas acusasiones llegarón de la organización Educación para la Resistencia contra el Abuso de Drogas (Drug Abuse Resistance Education, D.A.R.E.) y el C.S.P.I. (Centro para la Ciencia de Interés Público).

Posteriormente después de una minuciosa investigación The New Republic determinó que 27 de las 41 historias escritas por Glass contenían material infundado o habían sido totalmente inventadas. Las revistas Rolling Stone, George and Harper's y Policy para las cuales también había escrito Glass, revisaron los artículos que éste había escrito, al final concluyeron que el material era generalmente veraz aunque no había forma de confirmarlo con las fuentes de Glass, en su mayoría anónimas.

Fue tanto el impacto del caso de Stephen Glass en la comunidad estadounidense que en 2003 se realizó la película Shaterred Glass (El Precio de la Verdad) dirigida por Billy Ray y protagonizada por Hayden Christensen (Star Wars y Jumper) y Peter Sarsgaard (Garden State y Dying Gaul).

Pero este hecho de falta de ética periodística no ha sido ajeno en Colombia. En el año 2007 la Comisión Nacional de Televisión multó al canal City TV y al periódico El Tiempo con 303 millones de pesos por la emisión de la noticia en el año 2004 de tres niños de la localidad de Ciudad Bolívar que debían comer papel periódico con aguapanela pues no tenían dinero para alimentarse.

El artículo titulado “Papel y panela para saciar el hambre” fue publicado el 20 de Agosto de 2004 en el diario El Tiempo y en la emisión del noticiero de las 8 de la noche del canal City TV por el joven periodista y reportero Juan Diego Álvira. La primera parte del artículo contenía la historia de la familia Londoño Suárez, quienes vivían en el humilde barrio Los Puentes de la localidad de Ciudad Bolívar al suroccidente de Bogotá.

En el artículo se contaba que Myriam, la madre de dos niños, debía alimentarlos con papel y agua de panela pues tanto ella como su marido estaban desempleados. Otros medios como Caracol Televisión y RCN reproducieron la noticia y de igual forma fueron al barrio Los Puentes a tratar de encontrar a la familia en cuestión, a entrevistar a los niños, a entregar mercados y a buscar a los padres de esas "criaturitas".

Tan pronto se conoció el hecho las llamadas de la gente no se hicieron esperar. En las semanas siguientes, se abrió un espacio en el programa del canal City Tv, Arriba Bogotá, y se habilitaron las líneas telefónicas a través de las cuales los ciudadanos pudieron expresar sus opiniones frente a lo ocurrido al igual para repartir ayudass. Algunos aprovecharon para criticar a las autoridades porque "prometen y prometen pero nunca cumplen", otros se ofrecieron para apadrinar a los niños de Myriam y la mayoría optó por donar mercados para la familia.

En los días siguientes, númerosos periodistas visitaron el hogar de Myriam en compañía de autoridades distritales para que constatarán la situación en la que se encuentraba no solo esa familia sino muchas más en la localidad. La noticia no solamente condolió a la ciudadanía, quien realizó numerosas donaciones, y que inclusive ameritó una reseña y un editorial en el diario El Tiempo titulado "Que Miryam no coma más papel", y también una visita del alcalde Luis Eduardo Garzón a la casa de la familia en cuestión.

Pero la noticia cayó de su propio peso pues se comprbó que la supuesta mamá resultó no siendo tal, pues los niños Londoño Suárez eran hijos de sus vecinos y luego de un análisis médico se llegó a la conclusión que nunca habían comido papel. Además, en la zona existían dos comedores comunitarios que de forma gratuita proveen de comida a la población. Los medios se silenciaron, y el diario El Tiempo con una timida columna en el Defensor del Lector, intentó subsanar el daño.

Las vidas de Glass y Álvira son muy similares, después de descubir su invención no fueron castigados sino que Alvira logró ascender posiciones dentro del canal, llegando a ser director de emisión de uno de los informativos, y próximamente se unirá al grupo de presentadores del noticiero del Canal Caracol. Por su parte Glass escribió un libro contando su historia, con lo que ganó muchísimo dinero.