lunes, 26 de octubre de 2015

El partido de la sombra

24 horas después de conocerse los resultados electorales de los comicios departamentales, regionales y locales en Colombia la figura de un personaje continuó siendo protagonista primeras páginas, titulares de prensa e incluso un minucioso análisis sobre por qué y cómo había ocurrido.

El actual senador Álvaro Uribe Vélez, uno de los dirigentes políticos más visibles en los últimos 20 años en Colombia, no logró que los candidatos que abanderaba y apoyaba en manifestaciones públicas y comerciales de televisión salieran victoriosos de las elecciones. Solamente tres lograron alzarse con el triunfo electoral.

En esta campaña su imagen fue permanente en las candidaturas para la Alcaldía de Bogotá, con Francisco Santos Calderón –su fórmula vicepresidencial durante los ocho años de Gobierno- así como en Medellín con Juan Carlos Vélez Uribe, quien desde el Congreso siempre apoyo su política, su forma de ver el país y lo acompañó en sus eternas confrontaciones.

Incluso fue más famosa su imagen repartiendo volantes en una calle de la capital antioqueña que las propuestas del candidato cuya voz es casi desconocida para el resto de los colombianos. Megafono en mano le medía a los ciudadanos votar por él, acompañarlo en las urnas porque tocaba recuperar el buen rumbo de la ciudad.

De cómo lo iba a hacer poco se mencionó, el trasfondo del discurso siempre hacía referencia directa a los ochos años de Uribe Vélez como presidente de Colombia y del fiel acompañamiento de Vélez Uribe en esas correrias desde el Senado de la República. Todo lo demás pasó a un segundo plano. 

Bogotá, tristemente no fue la excepción, y detrás de la campaña de Francisco Santos Calderón siempre estaba la imagen de Álvaro Uribe Vélez. En afiches, comerciales de radio y propagandas de televisión tenía que hacerse una mención a los ocho años que lo acompañó en la Vicepresidencia.

Los temas de movilidad, seguridad y entre otras muchas, muchísimas problemáticas de la capital de la República,  no se hacía mención. Parecía que era más importante recordar la figura de Hugo Chávez o de Nicolás Maduro, así como la grave situación que se vive en Venezuela debido a estos nefastos mandatarios que la campaña electoral.

¿Se quiso jugar otra vez con el rechazo que causa la figura del chavismo en Colombia para ganar adeptos? Todo parece indicar que si, que como en las elecciones de 2010 la clara referencia a Chávez (y su imitador Maduro) era la estrategia indicada para sostener que Bogotá podía convertirse en una Caracas. 

Esa estrategia fue evidente en las vallas, algunas ubicadas sin permiso, en diferentes puntos de la ciudad. Sin embargo, pareciera que el mensaje no fue asimilado o no causó una buena impresión. Críticas y cuestionamientos se presentaron en el medio favorito para medir la indignación: las redes sociales. 

Debido a esto se emprendió otra estrategia pero ahora utilizando otros personajes que no gozan de la aceptación y el respeto de la mayoría de los colombianos, los comandantes de la guerrilla de las Farc que actualmente hacen parte de la mesa de negociación en La Habana (Cuba).