El 30 de enero de 2002 un sicario
interceptó al subdirector del diario La Patria de Manizales, Orlando Sierra,
cuando caminaba con su hija. Tres disparos segaron la vida del periodista y
columnista.
Once años después la impunidad rodea
su crimen. Se sabe poco sobre los autores materiales, se sabe algo sobre los
autores materiales, se sabe todo sobre los hechos que rodearon la orden para
asesinarlo.
En este tipo varios testigos
fueron asesinados o amenazados. Y como si fuera un tema tabú ya muy pocos
prefieren hacer algún comentario al respecto. Tal vez por miedo, tal vez porque
saben que la justicia no opera en este país, tal vez porque creen que no va a
pasar nada.
La clase dirigente caldense,
aquella que fue protagonista de innumerables columnas de opinión. Pero
principalmente el exrepresentante a la Cámara, Ferney Tapasco y varios miembros
de su familia, quienes según Sierra, manejaban a su antojo, y con un grado
descomunal de corrupción, todos los aspectos del departamento.
Tapasco, después de muchos años, fue llamado a juicio. El pasado 24 de diciembre, fecha curiosa, un juez especializado de Pereira consideró que no existían pruebas que permitieran inferir su responsabilidad directa o indirecta en los hechos. Fue absuelto y dejado en libertad inmediatamente.
Del fallo poco se conoce, puesto que se impartió una curiosa reserva sumarial, hecho que merece ser investigado pero no se hará puesto que los magistrados de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura están en vacaciones y en pocas semanas la indignación por este fallo se habrá extinguido como las festividades navideñas.
La Fiscalía y la Procuraduría General, que pidieron que se emitiera fallo condenatorio en contra del exdirigente político, ya anunciaron que impuganarán la sentencia absolutoria argumentando que el juzgador no tuvo en cuenta las pruebas documentales y testimoniales que señalan a Tapasco de tener intereses en callar al periodista y de ordenar su asesinato.