El cinco de noviembre de 1997, un joven de 21 años portando la camiseta de en ese momentodesconocido y humilde club ucraniano, le anotó tres goles al siempre poderoso Barcelona de España en su propio estadio. Siendo esa, hasta el momento, la derrota más grave que ha sufrido el Barça en sus 54 años de competiciones europeas en el Camp Nou. El responsable de aquella proeza: Andriy Shevchenko.
Después de esa soberbia actuación Shevchenko prendió las alarmas en todos los estadios del viejo continente y los deseos de los equipos más importantes de Europa.
Todos los equipos querían tener entres sus filas a ese muchacho flacuchento de 1.89 de estatura, quien ya contaba con cerca de 92 goles en cinco temporadas en el Dinamo de Kiev, y quien tenía todas las características para convertirse en poco tiempo en el mejor delantero del mundo.
Incluso el equipo catalán quería contratar a su verdugo, además de los clubes más importantes de España, Inglaterra e Italia.
En junio de 1999, después de quedar en el tercer lugar en la votación del Jugador del Año, el ucraniano firmó con el AC Milan de Italia por 26 millones de dólares. En su primera temporada con el club rossonero anotó en 29 goles en 43 partidos, convirtiéndose en el máximo goleador en la Serie A, aunque no pudo conseguir el Scudetto.
En sus siguientes seis temporadas siguió como el máximo goleador de su equipo y rápidamente era el terror de todas las defensas de Europa y de los clubes italianos: 253 goles entre Serie A, Copa Italia y UEFA Champions Legue lo convirtieron en el segundo goleador histórico del Milan y el tercero en la Liga de Campeones.
En mayo de 2003 se consagró campeón de la UEFA Champions League, alzándose como máxima figura al transformar el penalti que le dio el trofeo al AC Milan por sexta vez en su historia y luego de 11 años de larga espera.
Nuevamente fue el máximo goleador en la temporada 2003-2004 con 24 goles lo cuales ayudaron al Milan a coronarse por decimoséptima vez campeón de Italia y para cerrar con broche ganó el Balón de Oro que otorga la revista France Football en 2004.
En el año 2005 resultó tercero en la votación del Jugador del Año de la Fifa, detrás del francés Thierry Henry y el brasileño Ronaldinho.
Después de anotar 173 goles en siete temporadas con Milan, de todas las facturas: de cabeza, de media distancia, de jugada en movimiento, de penalti, de lanzamientos de tiro libre, con pierna derecha, con la izquierda y hasta en una ocasión con la cadera, el ucraniano, o mejor dicho su esposa, quería buscar otros horizontes.
Fue así que cuando Shevchenko estaba en su mejor momento de su carrera, el primero de junio de 2006, antes de la cita mundialista en Alemania a la cual llegó como una de las máximas figuras, fue comprado por el poderoso Chelsea de Inglaterra por 51 millones de dólares, junto con el alemán Michael Ballack, en lo que parecía ser el complemento para realizar el sueño del dueño del equipo, el multimillonario Román Abramovich por conseguir la tan anhelada Liga de Campeones.
Sin embargo, Sheva tuvo dos lesiones que lo alejaron de las canchas casi por la mitad de la temporada 2006/2007. En ese momento el técnico Jose Mourinho dijo que él nunca había pedido al ucraniano y consideró su transferencia como un “capricho” de Abramovich.
En sus dos temporadas con el club londinense, Shevhcenko sólo anotó 24 goles en 74 partidos, y aunque la cifra no es tan negativa, lo es para un jugador que fue catalogado como el mejor delantero de Europa durante casi nueve años consecutivos.
Del jugador rápido y amenazante quedaba muy poco, nunca se pudo adaptar al fútbol inglés, nunca consiguió a ese compañero en el medio campo y nunca pudo demostrar todo su potencial. Ni Mourinho ni el israelí Abrah Grant le tuvieron la confianza y Shevchenko nunca brilló.
El club inglés lo cedió en préstamo al club rossonero por la temporada 2008/2009, pero en su regreso a San Siro no fue como él esperaba. Nuevamente se presentaron las constantes lesiones y el técnico Carlo Ancelotti no le tuvo confianza por lo que tuvo poca continuidad en el club italiano.
En los 25 partidos que jugó con la camiseta roja y negra (17 en la Serie A, uno en la Copa Italia y siete en la Copa UEFA) sólo logró anotar en dos ocasiones, ninguna de ellos en la liga local.
Su préstamo terminó y volvió con más pena que gloria a Chelsea, pero se volvió a encontrar con Ancelotti quien nuevamente le demostró su poco interés. Shevchenko apenas pudo disputar partidos de pretemporada y un sólo partido de liga con el Chelsea. El ucraniano no fue inscrito en la plantilla que disputaría la UEFA Champions League ya que el técnico italiano dejó claro que "sería el cuarto delantero del equipo, por detrás de Didier Drogba, Nicolas Anelka y Salomon Kalou”.
Por tal motivo, el 28 de agosto de 2009 el club lo dejó en libertad al rescindir su contrato en un acuerdo mutuo, firmando un contrato con el Dinamo de Kiev al día siguiente.
Aunque las cosas no le han salido tampoco bien, en los últimos partidos disputados en la liga local como en la Champios casi ni ha tocado el balón y sólo ha podido anotar dos goles en siete partidos.
En la selección de Ucrania, en la cual todavía conserva la cintilla de campeón dadas sus glorias pasadas, las cosas tampoco le han salido bien.
Su cara de impotencia al botar el penalti frente a Inglaterra por las eliminatorias mundialistas fue la muestra fehaciente que Sheva está pasando por una mala racha que se ha extendido casi por cuatro años.
Shevchenko ha revelado que quiere terminar su carrera en el club ucraniano ganando tanto la liga local como la Champions apoyado de una nueva camada de jugadores ucranianos quinas también quieren llevar a su país a la próxima cita mundialista.
Toda una nación espera que en los últimos años de su carrera Shevchenko recupere su calidad y su liderazgo y lleve al Dynamo a los primeros lugares de Europa, y que Sheva vuelva a ser considerado uno de los mejores jugadores del mundo.