jueves, 26 de diciembre de 2013

La impunidad en el crimen de Orlando Sierra

El 30 de enero de 2002 un sicario interceptó al subdirector del diario La Patria de Manizales, Orlando Sierra, cuando caminaba con su hija. Tres disparos segaron la vida del periodista y columnista.

Once años después la impunidad rodea su crimen. Se sabe poco sobre los autores materiales, se sabe algo sobre los autores materiales, se sabe todo sobre los hechos que rodearon la orden para asesinarlo.

En este tipo varios testigos fueron asesinados o amenazados. Y como si fuera un tema tabú ya muy pocos prefieren hacer algún comentario al respecto. Tal vez por miedo, tal vez porque saben que la justicia no opera en este país, tal vez porque creen que no va a pasar  nada.

La clase dirigente caldense, aquella que fue protagonista de innumerables columnas de opinión. Pero principalmente el exrepresentante a la Cámara, Ferney Tapasco y varios miembros de su familia, quienes según Sierra, manejaban a su antojo, y con un grado descomunal de corrupción, todos los aspectos del departamento.

Tapasco, después de muchos años, fue llamado a juicio. El pasado 24 de diciembre, fecha curiosa, un juez especializado de Pereira consideró que no existían pruebas que permitieran inferir su responsabilidad directa o indirecta en los hechos. Fue absuelto y dejado en libertad inmediatamente.

Del fallo poco se conoce, puesto que se impartió una curiosa reserva sumarial, hecho que merece ser investigado pero no se hará puesto que los magistrados de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura están en vacaciones y en pocas semanas la indignación por este fallo se habrá extinguido como las festividades navideñas.

La Fiscalía y la Procuraduría General, que pidieron que se emitiera fallo condenatorio en contra del exdirigente político, ya anunciaron que impuganarán la sentencia absolutoria argumentando que el juzgador no tuvo en cuenta las pruebas documentales y testimoniales que señalan a Tapasco de tener intereses en callar al periodista y de ordenar su asesinato.

Las enseñanzas de Alex Cujavante


“¡Colombia por el oro, Colombia por el oro! Apriete mijo, apriete y luego celebra”. Así le gritaban desde la distancia al patinador barranquillero de 16 años Álex Alfonso Cujavante Luna en el marco de la final de los veinte mil metros eliminación juvenil del Mundial de Patinaje que se celebró en Medellín, Antioquia.

Pero estos gritos no fueron escuchados por el joven quien pocos metros antes de pisar la línea final alzó sus brazos cantando victoria y bajándole la marcha a su gran carrera. No pensó en nadie y en nada más solamente en su gloria personal. 

Por unos segundos soñó con recibir la medalla dorada, los aplausos y el reconocimiento del público. Se ilusionó con la fama, con las primeras planas de los periódicos, con entrevistas y con ser un nuevo ídolo del patinaje nacional.