viernes, 13 de noviembre de 2015

El periodista "polémico"

Aprovechan que no existe ningún tipo de filtro en las redes sociales. Lanzan afirmaciones, ataques y cuestionamientos a diestra y siniestra, algunas veces protagonizan peleas con otros usuarios, otras solamente callan y pocos días después emiten otro mensaje para levantar una nueva polémica.

Sus publicaciones en la red social Twitter van en contravía de algunos de los principios fundamentales del periodismo: la corroboración de fuentes, la presentación de información precisa y la objetividad. Lo peor de todo es que son periodistas, pero pareciera que sus publicaciones van dirigidas a llamar la atención, generar polémica y a aumentar sus seguidores.

Pese a que uno goza de mi respeto y admiración por las denuncias hechas sobre la gigantesca corrupción en el departamento de La Guajira, en ciertos momentos ha desatinado y se ha ido en lanza en ristre contra colegas, funcionarios públicos y particulares sin prueba alguna.

Ante las advertencias, solicitudes de aclaración o ampliación de sus mensajes se ha hecho el de la vista gorda y no ha emitido mensaje alguno. Hace pocos días, cuando el país y el mundo conmemoraban 30 años de la tragedia de Armero emitió un trino que dejó a más de uno pensando.

Algunos lo retuitiaron y le dieron favorito, otros se fueron lanza en ristre en contra del protagonista de su trino a quien calificaron de poco ético, de buitre por aprovecharse de la situación y macabro. Solamente una persona pidió una aclaración.

El mensaje señalaba: “Germán Santamaría nunca vio a Omaira, la niña de Armero sobre la que escribió una crónica. Lo desenmascaró Javier Arango en 1986”. El periodista Gonzalo Guillén hacía referencia al artículo publicado en el diario El Tiempo en noviembre de 1987 frente al “símbolo” de la tragedia.

Se trataba de Germán Santamaría el considerado “reportero estrella” del diario y enviado especial al cubrimiento de la tragedia. En su crónica, laureada por propios y extraños, se vislumbraba el hecho que se trataba de un hecho que pudo ser prevenido por parte de las autoridades gubernamentales.

Representaba el rostro de Omaira, la niña que estuvo aferrada a un palo clamando por ayuda bajo los flashes de las cámaras de medios nacionales e internacionales. Santamaría pidió una motobomba que nunca llegó mientras la menor de edad desfallecía ante la vista de todo el mundo. 

Pese a la intensa búsqueda en diferentes páginas de internet no encontré un solo artículo o mención que confirmara lo dicho por Guillén. Utilizando diferentes palabras claves intenté por todos los medios posibles hallar un punto, un algo, una referencia a esa aseveración, terrible aseveración si se tiene en cuenta que se juega con el buen nombre de un periodista.

Nada, ni una sola mención que sostuviera el desenmascaramiento a Santamaría por parte de Arango, médico de profesión y una de las personas que ayudó a salvar a los sobrevivientes de Armero. En ningún artículo se señalaba lo que afirmaba el corresponsal del Nuevo Herald en Colombia.

¿Dónde está el soporte? A estas alturas de la vida el médico Arango no puede hacer ninguna confirmación puesto que ya falleció, no hay ningún registro de lo dicho por Guillén. ¿Habrá sido un trino al azar? Me parece inconcebible viviendo de quién lo dijo. ¿Habrá algo más de fondo? Todo parece indicar que sí.

En su cuenta de Twitter @HELIODOPETERO además de hacer denuncias sobre corrupción, los cientos de niños muertos por desnutrición en La Guajira y los nexos de candidatos políticos en las pasadas elecciones departamentales y locales con oscuros personajes también ha protagonizado “peleas” con otros usuarios.

Ha hecho señalamientos en contra de la actual directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Cristina Plazas Michelsen a quien después de cada mención le pone un (¡hic!). Además de señalamientos contra la entonces candidata y ahora gobernadora electa de La Guajira, expresidentes, senadores y periodistas.

La mayoría de sus acusaciones tienen un soporte, ya sea testimonial o documental, pero en el caso de Santamaría fue un señalamiento del cual nunca se presentó un soporte, dejando entredicho su ética periodística ya que se le tildó de escribir sobre un tema sin haber estado ahí, una antítesis del periodismo.

La especulación

Desde hace muchos años el periodismo deportivo se ha convertido en el escenario perfecto para aplicar el arte de la especulación, más aún cuando se trata del tema de los fichajes de jugadores de fútbol. Ofertas, propuestas, deseos, entre otros llenan los titulares cuando se hace referencia a un club y a un determinado jugador.

Casi siempre estas multimillonarias ofertas solamente están en la cabeza del periodista quien, sin pensarlo dos veces, escribe, comenta, manifiesta abiertamente lo que para él es un deseo de un club por tener los derechos de un jugador. Solamente en su imaginación lo ve con todas las camisetas.

La especulación en la economía, más precisamente en el mercado bursátil es un arte, en el periodismo es un desacierto de gigantescas proporciones. No han sido pocos los intereses del Barcelona por Falcao, Cuadrado, James, Quintero, y un largo etcétera. Las fuentes para esta clase de afirmaciones: ninguna.

Un día es un equipo, al otro día es el otro, una semana después es otro jugador y al final de cuentas ni lo uno ni lo otro. Lo hacen porque nadie los rectifica y porque ese tipo de rumores les encanta a la audiencia, tienen toda su atención, genera debate, cuestionamientos y preguntas.

En el marco de las eliminatorias al Mundial estos rumores aumentan, ponen a jugadores nacionales en los grandes de Europa. Rueda la bola, pasan los dos partidos y al final nada, muy pocos cambios, y la especulación merma pero no se acaba. Cuando están cortos de noticias salen a relucir con “sus multimillonarias transferencias”.

¿Sus fuentes? Todo parece indicar que es la almohada o esas largas horas en el tráfico o el deseo de llenar un espacio radial, una página en blanco o 140 caracteres para generar seguidores y aumentar su popularidad. Para ellos la frase “no importa si hablan bien o mal pero que hablen” es una ley de la vida.

Hace pocos días, minutos antes de iniciarse el partido entre Chile y Colombia el comentarista deportivo Jorge Bermúdez –no confundir con el exjugador y capitán de Boca Juniors y la Selección Colombia- aseguró en su cuenta de Twitter –la preferida para armar polémica hoy por hoy- aseguró que el técnico del Bayern Múnich, Pep Guardiola estaba muy interesado en el jugador Edwin Cardona que militar en el Monterrey de México.

De inmediato se presentó una avalancha de cuestionamientos, críticas y uno que otro madrazo. Los calificativos: mediocre, mentiroso, fanfarrón, pseudoperiodista, entre muchos otros de mayor calibre se registraron, a lo que el periodista les daba retuit sin importar la fuerza de las palabras y menciones.

No era la primera vez y tampoco será la última que haga algo así, sabe que ese tipo de publicaciones lo ponen en el mapa y genera reacciones. ¿Quién lo va a llamar a rectificar? ¿Guardiola, Cardona, el Bayern Múnich? Nadie, absolutamente nadie, porque sabe que el periodismo deportivo se basa ahora en esas especulaciones.

lunes, 9 de noviembre de 2015

¿El decano del periodismo en Colombia?

Al autodenominado “decano del periodismo en Colombia”, aquel que se vanagloria y asegura ser el cuarto poder, le tembló la mano y la voz ante la orden de una ministra cuya ética y capacidad han sido puestas siempre en duda. Ante la amenaza –porque no había nada firmado- prefirió apagar los micrófonos y dejar en el espacio una de las mayores tragedias en la historia del país.

El "decano" prefirió cerrar la transmisión cuando el Palacio de Justicia ardía en llamas. No fue el único, otros reconocidos directores de medios de comunicación sucumbieron ante la amenaza frente a la cancelación de la licencia por parte del Ministerio de Comunicaciones. Ni dijo nada, no peleó, no espero a ver si el Gobierno era capaz de cumplir.

Se acabó la transmisión, rodó el balón y la verdad fue silenciada. Hoy 30 años después no les tiembla la voz para hablar de censura cuando evidentemente fue una autocesura. No utilizaron su poder, del que tanto proclaman, para enfrentarse al Gobierno, prefirieron silenciarse y no advertir lo que estaba pasando.

Días después se conoció la razón de la autocensura. Una llamada de la ministra de Comunicaciones, Noemí Sanín dando la escueta orden fue suficiente para que se cancelara la transmisión y se dejara a la deriva los horrores, abuso de las Fuerzas Militares y vacío de poder del presidente Belisario Betancur. 

El decano nunca ha hecho mea culpa de ese hecho, siempre ha justificado su acción, siempre ha responsabilizado a otras personas, él siempre tiene razón, nunca se equivoca, y este no iba a ser la excepción. Ahora pide justicia y verdad, desconoce por completo que él también tiene su parte en estos hechos.

Al autodenominado decano no le tembló la voz, el 14 de noviembre, en llamar "irresponsable" al voluntario de la Defensa Civil de Venadillo, Leopoldo Guevara cuando informó sobre la explosión del Volcán Nevado del Ruiz. "Armero es un mar de lodo". El periodista no creía la revelación de uno de los testigos directos de la tragedia.

Como si en Colombia no pasarán cosas inverosímiles Amad no le creyó. Al aire lo increpó y le pidió que no jugara con una información así. El periodista no le daba credibilidad a su dicho, "¡25 mil muertos!", aseguraba que el voluntario cuyo dicho había sido ridiculizado por el presidente Betancur y su Secretario de Gobierno.

"¿Cuántos habitantes tiene Armero?". El voluntario le dijo que 25.000 a lo que Yamid le increpó: ¿Entonces usted está diciendo que murieron 25.000 personas?". "Pues si", contestó Leopoldo en un testimonio recolectado en el impecable especial de El País de Cali en conmemoración de los 30 años de la Tragedia.

En 1986, un año después de los hechos, el decano le ofreció disculpas al voluntario de la Defensa Civil, un héroe que rescató a varios sobrevivientes. Desde Bogotá el periodista le restó credibilidad al testigo que minutos antes había visto con sus propios ojos una de las peores catástrofes de la historia de la humanidad.

lunes, 26 de octubre de 2015

El partido de la sombra

24 horas después de conocerse los resultados electorales de los comicios departamentales, regionales y locales en Colombia la figura de un personaje continuó siendo protagonista primeras páginas, titulares de prensa e incluso un minucioso análisis sobre por qué y cómo había ocurrido.

El actual senador Álvaro Uribe Vélez, uno de los dirigentes políticos más visibles en los últimos 20 años en Colombia, no logró que los candidatos que abanderaba y apoyaba en manifestaciones públicas y comerciales de televisión salieran victoriosos de las elecciones. Solamente tres lograron alzarse con el triunfo electoral.

En esta campaña su imagen fue permanente en las candidaturas para la Alcaldía de Bogotá, con Francisco Santos Calderón –su fórmula vicepresidencial durante los ocho años de Gobierno- así como en Medellín con Juan Carlos Vélez Uribe, quien desde el Congreso siempre apoyo su política, su forma de ver el país y lo acompañó en sus eternas confrontaciones.

Incluso fue más famosa su imagen repartiendo volantes en una calle de la capital antioqueña que las propuestas del candidato cuya voz es casi desconocida para el resto de los colombianos. Megafono en mano le medía a los ciudadanos votar por él, acompañarlo en las urnas porque tocaba recuperar el buen rumbo de la ciudad.

De cómo lo iba a hacer poco se mencionó, el trasfondo del discurso siempre hacía referencia directa a los ochos años de Uribe Vélez como presidente de Colombia y del fiel acompañamiento de Vélez Uribe en esas correrias desde el Senado de la República. Todo lo demás pasó a un segundo plano. 

Bogotá, tristemente no fue la excepción, y detrás de la campaña de Francisco Santos Calderón siempre estaba la imagen de Álvaro Uribe Vélez. En afiches, comerciales de radio y propagandas de televisión tenía que hacerse una mención a los ocho años que lo acompañó en la Vicepresidencia.

Los temas de movilidad, seguridad y entre otras muchas, muchísimas problemáticas de la capital de la República,  no se hacía mención. Parecía que era más importante recordar la figura de Hugo Chávez o de Nicolás Maduro, así como la grave situación que se vive en Venezuela debido a estos nefastos mandatarios que la campaña electoral.

¿Se quiso jugar otra vez con el rechazo que causa la figura del chavismo en Colombia para ganar adeptos? Todo parece indicar que si, que como en las elecciones de 2010 la clara referencia a Chávez (y su imitador Maduro) era la estrategia indicada para sostener que Bogotá podía convertirse en una Caracas. 

Esa estrategia fue evidente en las vallas, algunas ubicadas sin permiso, en diferentes puntos de la ciudad. Sin embargo, pareciera que el mensaje no fue asimilado o no causó una buena impresión. Críticas y cuestionamientos se presentaron en el medio favorito para medir la indignación: las redes sociales. 

Debido a esto se emprendió otra estrategia pero ahora utilizando otros personajes que no gozan de la aceptación y el respeto de la mayoría de los colombianos, los comandantes de la guerrilla de las Farc que actualmente hacen parte de la mesa de negociación en La Habana (Cuba).