La noticia fue reproducida inmediatamente por la mayoría de los medios de comunicación de América Latina, y no solamente por los especializados en deporte. Era un hecho histórico que debía ser enmarcado, discutido, analizado por expertos y por la gente del común pero mas que eso aplaudido por todos. En decisión de primera instancia, y por unanimidad, el Tribunal Superior de Justicia Deportiva expulsó al Gremio de Porto Alegre de la Copa de Brasil, ademas le impuso una multa de 20 mil dolares.
Esto debido a los insultos racistas que emitieron un grupo de sus seguidores en los últimos minutos del partido en contra del arquero del Santos, Aranha. La decisión tuvo como base los vídeos de las cámaras de televisión que transmitieron el partido y que revelaron a unos hinchas llamando Macaco al guardameta, haciéndole ademas con gestos desde la grada ubicada detrás de la portería norte en el Arena Do Gremio.
El arquero, cansado de los insultos de los hinchas del Gremio, que perdía 2 a 0 en condición de local por los octavos de final de la Copa de Brasil, le llamo la atención al cuerpo arbitral y al cuerpo técnico de su club. Sin embargo no obtuvo respuesta por parte del juez central ni de los colegiados quienes permitieron que continuara el encuentro pese a las advertencias hechas por la FIFA y de la Conmebol frente a este tipo de casos. El partido continuo y de igual manera los gritos que imitaban a los que hacen los micos.
Aterrados por ese nuevo acto de racismo, pese a que es costumbre no significa a que deba ser aceptado, los narradores de dicho encuentro pedían un castigo para que este tipo de acciones no se repitieran mas en Brasil ni en el continente. Y es que llamaban la atención que varios de los torcedores que llamaban simio al arquero tenían un ligero parecido con el profesional que era victima de sus insultos.
La decisión judicial fue mas allá, y gracias a la identificación que se logro hacer de los aficionados pertenecientes a la barra brava Geral do Gremio, fueron suspendidos por un plazo de 720 días para que ingreses a un estadio de fútbol en Brasil. Igualmente el arbitro del encuentro, al no tomar acciones en el asunto y no informar de manera clara a la Federación sobre el incidente incurrido fue sancionado por 45 días para participar en cualquier evento deportivo y sus dos auxiliares de linea por un periodo de 30 días cada uno.
El presidente de la Fifa, Joseph Blatter en su cuenta de Twitter aplaudió el fallo esperando que fuera un ejemplo en la lucha contra el racismo que se ha emprendido desde el máximo regente del fútbol mundial con su estrategia de Respect en la cual han participado grandes jugadores de la élite mundial quienes se han visto afectados en repetidas oportunidades por comentarios desobligantes y discriminatorios por su color de piel o por su origen.
"El fútbol DEBE ser más drástico para acabar el racismo", manifestó Blatter en la red social en la que aseguró además que Brasil "envió un mensaje correcto al expulsar de la Copa a un equipo por las agresiones de sus fanáticos".
"La indignación"
Inmediatamente simpatizantes del fútbol de todo el mundo manifestaron su apoyo a la decisión. Sin embargo, las directivas del club afectado aseguraron que pese a que respetaban el fallo no lo compartían e iban a interponer los recursos legales y jurídicos con el fin de bajar la sanción y evitar a toda costa la expulsión de la competencia.
Los hinchas de Gremio también mostraron su molestia frente a la decisión, pero sus ataques no se dirigieron al Tribunal Superior de Justicia Deportiva sino a los fanáticos cuyo actuar había propiciado la sanción. Principalmente se dirigieron a una joven hincha, quien aparecía en un primer plano en las transmisiones de televisión, por lo que fue identificada fácilmente.
Fue despedida de su trabajo como dentista de un cuartel policial, y a su domicilio y teléfono celular llegaron varios mensajes amenazantes en contra de su integridad personal y su vida. Patricia Moreira da Silva negó públicamente tener una conducta racista y argumentó los gritos que hizo desde la grada debido a la 'calentura' propia del partido, al marcador adverso y a las situaciones de juego que se estaban presentando en los últimos minutos del encuentro.
Cada día las amenazas aumentaban, y pese a que pidió perdón en repetidas oportunidades en los medios de comunicación de Brasil y que incluso solicitó reunirse con el guardameta Aranha, quien rechazó la invitación tajantemente, la fanática de Gremio tuvo que mudarse de residencia y solicitarle protección a la Policía. El pasado 12 de septiembre su domicilio fue incendiado por desconocidos. "Quieren administrar justicia con sus propias manos. Crímenes están siendo cometidos con la justificativa de vengar el supuesto crimen que pudo haber practicado Patricia", manifestó uno de sus abogados.
El racismo se tomó el fútbol