viernes, 27 de enero de 2012

Disparar y luego revisar: Sobre la noticia de la condena de Plazas Vega

A las 10:22 de la mañana del jueves 26 de enero, un último minuto de Noticias RCN rompió la tranquilidad en la mayoría de las salas de redacción en el país. La noticia: La ratificación de la condena a 30 años del coronel (r) Luis Alfonso Plazas Vega por los desaparecidos del Palacio de Justicia.

La noticia cayó como un balde de agua fría sobre un gran número de periodistas que por días habían estado pendientes y haciendo ronda en la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, preguntando cada hora a las asistentes si ya había llegado la notificación del fallo en segunda instancia.

"¿Cómo podemos ser tan de malas, dos semanas metidos allá y justo el día que no estamos sale?", se preguntaba uno de los periodistas que por muchos días había estado pendiente del fallo en contra del coronel, condenado en junio de 2010 por un juez especializado de Bogotá a 30 años de cárcel por el delito de desaparición forzada agravada.

Los minutos pasaban y las llamadas de los jefes sonaban sin parar. Sin embargo, las partes procesales eran claras en señalar que desconcían la información, puesto que no se les había notificado nada, hecho inusual en esta clase de procesos y sobre todo en uno que atraía la atención de todo un país.

Igualmente la secretaria de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá anunciaba que los tres magistrados que tenían el proceso en estudio estaban haciendo los últimos ajustes, lo cual podría durar otro par de semanas, hecho por el cual les parecía curioso y extraño a la vez que se conociera una decisión que ni siquiera estaba tomada.

La calma y la prudencia hicieron mella en algunos periodistas que aplicaron el viejo refrán "mejor chiviados que rectificados". Y es que para ese grupo de comunicadores, con excepción de uno o dos, era mejor confirmar y reconfirmar una información tan grave e importante como esa, pues "casos se han visto y es mejor no ser corregidos".

¿Quién era el responsable de todo esto? Se preguntaban algunos periodistas que tuvieron que salir corriendo gracias a las "suaves palabras" de sus jefes al Tribunal Superior, ubicado en la avenida La Esperanza, a buscar y preguntar por el tan anhelado fallo que algunos daban con un hecho pese a que éste ni siquiera existía.

Gerardo Ochoa, su nombre y apellido, sinónimo de la irresponsabilidad y la falta de ética periodística. Un comunicador conocido por sus colegas por su falta de objetividad y su gran imaginación al frente de la fuente de Bogotá y quien por un azar del destino y las vacaciones de la persona encargada de Judiciales en ese canal llegó a las instalaciones del Tribunal ese día.

Y es que no han sido pocas las veces que ese periodista se ha inventado "trancones" en la capital de la República, ha cambiado historias para hacerlas más dramáticas o modificado los hechos en tiempo, lugar y situación, o eso es lo que dicen sus colegas de fuente y del canal.